La Tauromaquia

El rechazo a las corridas de toros en el Estado Español ha crecido extraordinariamente. Tarde o temprano esto tenía que suceder, dado que la historia marca una dirección inequívoca hacia un progreso cultural y ético, donde no cabe la crueldad con los animales. El ejemplo más claro es la prohibición de las corridas en Cataluña. Como reacción desesperada, la tauromafia ha desatado una campaña de triunfalismo, comprando a los medios de comunicación para que nos bombardeen a todas horas con su infame mercancía y a la vez están presionando a las Administraciones para que blinden los festejos taurinos como BIC (Bien de Interés Cultural) en Madrid, Valencia, y en nuestra Comunidad, Murcia.

Las encuestas nos dicen que el 70% de los españoles no muestra ningún interés por las corridas de toros (GALLUP, Julio 2002). El 75% de los catalanes están a favor de su prohibición, como así se ha producido. Pero esto no quiere decir que exista una representación democrática en los parlamentos autonómicos, pues de existir una ILP como la catalana en nuestra región, aunque tuviera medio millón de firmas, sería rechazada en nuestra Asamblea Regional con total seguridad, como ya manifestaron hace poco tiempo: http://www.laverdad.es/murcia/20100729/local/region/asamblea-regional-daria-rotundo-201007292032.html

Los 28 diputados del PP y los 15 del PSOE darían su apoyo a la celebración de las corridas. Nos preguntamos si realmente la gran mayoría de la Región de Murcia está a favor de las corridas de toros, y si miramos las encuestas, vemos claramente que no.

Por lo tanto, denunciamos la no representatividad de los intereses de los ciudadanos por parte de la gran mayoría de los políticos; y la subvención a los festejos, que se traduce en sumas millonarias, y que pagamos entre todos los ciudadanos con nuestros impuestos.

Así mismo, denunciamos la politización de las corridas, ya que las usan como arma arrojadiza, cuando se dice por parte de los conservadores que el movimiento antitaurino así como la última prohibición en Cataluña sólo tiene tintes políticos y separatistas y buscan romper con los símbolos españolistas. Recordar algo que mucha gente no sabe, y es que desde 1991 las corridas de toros están prohibidas en Canarias, y el PP votó por su prohibición.


LA TORTURA OCULTA

La condición natural del toro, como animal herbívoro es la de huir y no atacar. Sufre desde que es sacado de la dehesa y es transportado en cajones estrechos donde apenas se puede mover. En ese trayecto sufre un estrés enorme, suele perder unos 50 kilos.

Antes de salir al ruedo se les cortan en vivo los cuernos (“afeitado”), les dan palizas en testículos y riñones con sacos de arena o palos, les untan los ojos con vaselina para disminuir su visión, les hacen cortes en las pezuñas, untándolas después con trementina para que el ardor les impida estar quietos y deslucir la faena de los toreros. Les introducen algodones en las narices para dificultar su respiración, les suministran laxantes para debilitarlos.

Hechos corroborados por Antonio Borregón, presidente del Consejo General de Colegios Veterinarios: “La organización colegial veterinaria pretende erradicar todos los fraudes que hoy se dan, no sólo el afeitado, sino también otros que se comenten con las reses, como el drogado, las purgas o las palizas con sacos” (El País 7-3-89). Recientemente biólogos de la Universidad de Salamanca declararon que al menos, “uno de cada cinco toros de lidia que salta al ruedo lo hace drogado hasta los dientes con fármacos que le debilitan, facilitando así la labor del matador” (El Nervión 1-12-00)


LA TORTURA VISIBLE

En el momento de salir al ruedo se le clava la “divisa” para que salga disparado por el dolor. Posteriormente sale el “picador” montando a caballo que le clava la “puya” (lanza) que llega a horadar en el dorso del animal hasta 40 cm. por los que empieza a perder gran cantidad de sangre.

Después vienen las “banderillas” que se clavan en las mismas heridas de los puyazos, provocando a la res un insoportable martirio, ya que, a cada movimiento, los arpones de acero cortante rebanan carne y tejidos. El toro agónico rastrea con la mirada buscando inútilmente la salida que le lleve al campo.

Bañado en sangre hasta las pezuñas, se enfrenta al “valiente torero” que después de marearle con la “capa” procede a matar con la “espada”, esta, le destroza el hígado, los pulmones, la pleura, el diafragma…dependiendo del lugar por donde penetre en el cuerpo del toro. Cuando secciona la gran arteria, el animal agoniza con enormes vómitos ahogado en su propia sangre.
El animal muge lastimeramente y poco a poco se va ahogando con la sangre de sus pulmones horadados. No obstante todavía está vivo, por lo que para rematarlo se le pincha con la “puntilla” (puñal) entre las vértebras para tratar de seccionar la médula y paralizarle definitivamente. La víctima cae, aparentemente muerto, en muchas ocasiones sigue consciente mientras se le cortan el rabo y las orejas.

LOS CABALLOS, TAMBIÉN VÍCTIMAS
Se eligen ejemplares viejos que mueren en 3 o 4 corridas a lo mucho. Es necesario drogarles y taparles los ojos para que salgan a la plaza, ya que el terror les haría salir corriendo. También se les arrancan las cuerdas vocales para que los relinchos de dolor y pánico no molesten al “respetable público”. Desde el año 1925 es obligatorio ponerles un peto, simulando que se les protege, pero en realidad es para que no se vean las heridas o las tripas que en ocasiones se les desparraman con las embestidas del toro. Todavía hay quién añora aquellos tiempos.